Planck consideró como tarea científica suprema la búsqueda de las leyes que rigen el absoluto, el invariante oculto en la realidad externa. Le cupo el privilegio de descubrir uno de esos elementos universales: el quantum de acción, la constante h.
Galileo y Newton mostraron que era posible representar el mundo físico con la ayuda de las matemáticas. Leibniz se consagró al proyecto de obtener un cálculo lógico universal capaz de reproducir mecánicamente el pensamiento humano. Los filósofos del Siglo de las Luces creyeron en la posibilidad de matematizar las relaciones sociales para hacerlas racionales. En torno al Círculo de Viena se acarició la posibilidad de una ética como ciencia exacta capaz de guiar al individuo hacia las decisiones adecuadas mediante el análisis lógico matemático. Von Neumann heredó todas estas aspiraciones e intuiciones proponiendo una concepción del mundo como juego matemático, un mundo regido globalmente por una lógica universal. Von Neumann consagró su vida a este ambicioso proyecto, una de cuyas cumbres fue la concepción de una teoría de autómatas, capaz de sistematizar la conciencia de un ser perfectamente lógico que trata con la realidad intercambiando información matematizada. La figura fascinante de Von Neumann ha sido muy controvertida debido en parte al papel decisivo que desempeñó en la definición de la política militar estadounidense y en el equilibrio estratégico atómico durante la Guerra Fría (concebido por él como una aplicación de la teoría de juegos), y representa mejor que ninguna otra la ciencia del siglo XX: sus grandezas y sus debilidades, los triunfos que han modificado radicalmente nuestra vida cotidiana y los enormes problemas no resueltos a los que se enfrenta.
Lo lamentamos, pero este libro no está ya disponible.
Hardy fue uno de los mejores matemáticos del siglo XX, reconocido como un matemático auténtico... el más puro entre los puros. Esta Apología, es un relato brillante y cautivador de las matemáticas consideradas como mucho más que una ciencia.
Rosario Weiss Zorrilla (1814-1843) fue ahijada y discípula (y quizá también algo más) de Francisco de Goya. En 1840 fue nombrada maestra de dibujo de la reina Isabel ll y de la infanta Luisa Fernanda. María Micaela Nesbitt Calleja (1801-¿?) fue discípula de Vicente López. Destacó también como traductora del inglés al español. Teresa Nicolau Parody (1817-1895) fue discípula de Vicente López y se especializó en copias y miniaturas. Adela Ginés Ortiz (1847-1923) fue discípula de Carlos de Haes. Practicó el paisaje y la pintura de ramos de flores. Elena Brockmann de Llanos (1865-1946) fue la primera pintora que expuso en las exposiciones nacionales de bellas artes. Recibió clases de Benlliure y de Sorolla. Se especializó en la pintura histórica. A partir de 12 años.